Erantzunen zain

Thursday, June 01, 2006

RICHARD SERRA-K JORGE OTEIZA-REN INGURUAN

Un lenguaje para la inmensidad

RICHARD SERRA

Durante casi todas las mañanas de la semana pasada, he estado estudiando una y otra vez el catálogo de la última exposición de Jorge Oteiza, 'Propósito Experimental'. Intentaba medir el Conocimiento, la Sabiduría captada, implícita en esas fotografías. Las fotografías niegan la dimensión viva, la existencialidad de la obra. Para ellas no existe la presencia física, el tiempo, la materia, la escala, la emoción. Y sin embargo, yo reitero una y otra vez el mismo ejercicio visual, el mismo proceso, sabiendo que la esencia de lo que estoy viviendo no está en lo que veo. Continúo dando vueltas a estas imágenes. Estudio día tras día la obra de Oteiza. Me interesa. Interroga a lo más profundo de mi identidad.


Pocos trabajos artísticos mantienen incólume su incomodidad, su disconformidad con lo establecido, durante mucho tiempo. Pero tres obras de Oteiza me obsesionan a causa de su prevalencia. Cada una de ellas me plantea un conflicto con la Historia. Pues todavía hoy se presentan como incuestionablemente vanguardistas, pese a estar concebidas entre 1957 y 1958: 'Homenaje al Padre Donosti' (1957), 'Caja Metafísica por conjunción de tres Triedros' (1958-69), 'Homenaje al Estilema Vacío del Cubismo' (1959).

El espacio conformado a partir de estas tres obras no tiene precedente. Transmiten una extraordinaria sensación de Inmensidad, derivada de su conjunto. No implican soluciones cerradas, sino que por el contrario resuelven problemas fundamentales con tal prodigalidad de invención que han movido a otros escultores a repetir o a extender esta síntexis en su propia obra. Oteiza ha descubierto un lenguaje autoevidente que los demás escultores han encontrado sólo en él, tras seguirle en esa búsqueda de nuevos caminos formales. De hecho, su obra continúa influyendo en todos ellos.

Hasta hoy, no me había detenido a leer la versión inglesa de los textos que completan esta antología: «well wrougth» -bien forjado-, «lean» -liviano-, «concentrated» -concentrado-.

Es curioso, releyendo su biografía advierto que la primera vez tracé círculos, inconscientemente, alrededor de unas cuantas fechas: 1908. Nace en Orio, Guipúzcoa (octubre); 1935. Viaja a Sudamérica con el pintor Balenciaga; 1936. Crea el Teatro Experimental Político de Santiago de Chile; 1950. Se le adjudica toda la Estatuaria de la Basílica de Aránzazu; 1954. Se probíbe toda su obra en la Basílica de Aránzazu. Las esculturas de los Apóstoles quedan abandonadas en la carretera; 1957. Publicación de su catálogo 'Propósito Experimental. 56/57'. IV Bienal de Sao Paulo (Brasil). Es galardonado con el premio Internacional de Escultura. Morandi y Ben Nicholson son galardonados con los otros dos premios; 1959. Abandona su actividad de escultor; 1964. Se vuelve a abrir la polémica sobre las estatuas de Aránzazu; 1973. Se funden en Madrid los bocetos de la serie 'Aránzazu'.

No tengo métodos, no tengo mapas, no tengo códigos para descifrar esta historia. Sin embargo, en los textos, Oteiza reconstruye y confiere un sentido a las piezas del puzzle. Sus palabras me inducen a creer que ha resuelto algunas verdades básicas. Confirman el hecho innegable de que lo fundamental es la aceptación y la valoración de cada escultura en su contexto. No lo individual, no el ego, no la persona, no el artista, sino la obra. Oteiza nos lo confirma con la simplicidad, con la humanidad de un gran maestro.

La historia de la escultura está hecha por un solo escultor que cambia su nombre individual. La escultura hoy puede tener muchos nombres, diferentes e importantes al mismo tiempo, pero yo creo en la escultura y no en el escultor que realiza la obra. La parte más difícil de nuestro esfuerzo es la de descifrar la naturaleza de esa escultura detectable sólo en el espíritu del tiempo y a través de los datos más variados y distintos, que es nuestra responsabilidad mostrar y verificar.

Desde entonces, cada vez que leo la palabra 'Aránzazu' siento una misma desesperación. Y en mi mente, puedo ver a sus enemigos haciendo proclamaciones altisonantes contra sus esculturas.

Todo eso me resulta un poco más comprensible cuando leo: «Nacimos en los primeros veinte años de este siglo y fuimos silenciados, asesinados en la guerra o dispersos por todo el mundo, en el momento decisivo en el que estábamos a punto de añadir nuestra contribución a los maestros de la generación precedente. Si la llamada no es inmediatamente respondida, la posibilidad de ser joven y actuar en el presente, queda irrevocablemente perdida».

Comienzo a comprender así que cuando la violencia y la opresión se infligen en tal medida contra un pueblo, esa misma violencia y esa misma opresión acaban reflejándose necesariamente en su lengua y en su cultura. Decididamente, aún hoy me asombra cómo el pueblo vasco ha sido capaz de sobrevivir, bajo la dictadura del general Franco.

Con admiración.

* Richard Serra es escultor. Este artículo fue publicado en 'Territorios' con motivo del 90 cumpleaños de Jorge Oteiza.

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